jueves, 23 de septiembre de 2010

Sobre encuentro de escritores en Acapulco

En LA JORNADA GUERRERO, edición del 17 de septiembre de 2010, se publicó la siguiente nota:
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¿Qué hacer con el encuentro de escritores?
Roberto Ramírez Bravo
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Antes de entrar en el debate del tema que plantea el encabezado de este artículo, convendría retomar algunos aspectos que quedaron pendientes en el artículo publicado el miércoles.
El Encuentro de Escritores del Pacífico, que va ya en su tercera edición, debe aportar algo a la ciudad que le da cobijo. De otro modo, no tiene sentido.
Para revisar este asunto hay que comenzar por una definición: el encuentro no es resultado del esfuerzo particular de un par de esposos, como algunos repiten y sin duda creen, sino una acción institucional de gobierno, y se financia con los impuestos de todos los acapulqueños.
Por eso debe ser eficiente, incluyente y con calidad. El miércoles ponía como ejemplo a Gustavo Martínez Castellanos como alguien que no participa en el encuentro, pero en realidad habría que ampliar la lista: ¿por qué no se ha permitido leer a Isabel Valdeolívar, asistente asidua a sus tres ediciones, quien para poder participar en esta ocasión debió prácticamente arrebatar el micrófono entre una mesa de lectura y otra? ¿Por qué en sus tres años no han participado ni una sola vez escritores guerrerenses como José Agustín, Luis Zapata, José Dimayuga? ¿Se le ha invitado a Eduardo Añorve Zapata, a Victoria Enríquez, a Graciela Guinto, por citar algunos ejemplos individuales?
Se podría tener discrepancias en torno a la calidad de sus respectivas obras, pero eso es un asunto natural: hay quienes no gustan de la lectura de Gabriel García Márquez, o quienes consideran soso a José Saramago, en particular por su manejo del diálogo, o pesado a Carlos Fuentes. Eso, no obstante, no significa nada, pues precisamente es la variedad de acercamientos lo que hace la riqueza cultural.
¿Qué Bécquer ya está rebasado? ¿Y qué? ¿Qué Amado Nervo ya es historia? ¿Y qué?
Ahí están, existen o existieron. Así existen quienes salidos de Guerrero publican en otras latitudes y quienes andan buscando camino a ciegas en el puerto. Todos deben tener opción de acercarse.
Dice Eduardo Añorve que yo no puedo construir ni un párrafo, y Juan Villoro se asombra de mi trabajo. Pese a opiniones tan dispares, he sido partícipe en los tres encuentros. ¿Entonces, cuál es el criterio que debe prevalecer?
Votaré por la inclusión, que entren todos, y que quienes no sepan, aprendan; y quienes algo tengan, compartan. Eso sería un buen sentido para un encuentro, no sólo que sirva de escaparate para que algunos puedan ser conocidos más por los contactos que hagan al exterior, que por una obra de calidad (sin menoscabo, por supuesto, de quienes hacen obra de nivel).
Digámoslo en otras palabras: la obra se abre paso. Por su calidad, toma caminos o se queda estancada. Pero eso es otro asunto.
Al final de cuentas, el reconocimiento de las carencias culturales del puerto no puede ser un argumento para la segregación sino muy al contrario, debe llevar a tratar de incorporar al mayor número posible de personas en pos de un avance cultural.
En consecuencia, haré algunas propuestas, aunque sea solamente para abrir el debate.
En primer lugar, no estaría de más que se establezca un calendario preciso de las actividades previas a la organización del evento. Es decir, que se tenga con suficiente tiempo tanto el material para la promoción (volantes, carteles, invitaciones) para que se repartan y la población pueda enterarse y se acerque. De otro modo, si estos elementos se siguen guardando en las oficinas del municipio sin repartirse, se puede alegar erróneamente que hay desinterés ciudadano, cuando simplemente hay desconocimiento. También es importante que a los talleristas locales no se les deje fuera del programa impreso –pues éste es la guía de las actividades- como ocurrió en esta edición, sino que todos gocen del mismo tratamiento con los foráneos, que sí aparecieron ahí.
Que se integre una comisión consultiva, de opinión –no ejecutiva- para valorar los criterios con los cuales se determine quiénes participarán y en qué áreas, y qué temas conviene abordar para la discusión.
Que se vigile la aplicación de los recursos, para que éstos no sólo se centren en lo referente a la estancia de los escritores foráneos (hospedaje, alimentación y bebida) sino, sobre todo, se enfoquen a la promoción.
Finalmente, que la Secretaría de Desarrollo Social, que es de quien dependen estas actividades, asuma como compromiso no el hecho de cumplir con sacar adelante un encuentro, sino el de garantizar que éste deje algún beneficio para Acapulco, para los acapulqueños, y para la literatura en general.
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